Tras treinta y cinco años de viaje, ahora sentía el vértigo de ver finalizada su travesía.
La moneda cae tintineando al suelo, rueda hasta debajo de la mesa y tras bailar unos segundos sobre sí misma, finalmente se detiene…
Llegó una mañana en la que la tormenta amainó y el sol hizo florecer de nuevo la vida a sus pies.
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